Ezequiel




Hola a todos, este apartado es el que voy a escribir yo, Ezequiel, un profeta más llamado por Dios. Y para empezar voy a contaros de dónde vengo; pues nací hacia el año 625 a.C en Jerusalén. Cuando sentí la llamada de Dios era un joven sacerdote al que le gustaba la poesía. Me dediqué a combatir la idolatría y la corrupción por las malas costumbres. El tema de mi profecia es precisamente la destruccion de Jerusalén, el juicio sobre el pueblo, y finalmente, el regreso de los exiltados y el futuro glorioso de Israel. Ahora os cuento como fue que sentí la llamada de Jehovah
Abriéndose el cielo, Jehovah me llamó y empezó a hablar conmigo, mientras yo observaba toda aquella visión.
Y me dijo: "Oh hijo de hombre, ponte en pie, y hablaré contigo." Mientras él me hablaba, entró en mí el Espíritu y me puso sobre mis pies, y oí al que me hablaba. Y me dijo: "Oh hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí, tanto ellos como sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.Yo te envío a esta gente de rostro endurecido y de corazón empedernido. Y les dirás: 'Así ha dicho el Señor Jehovah.' Ya sea que ellos escuchen o que dejen de escuchar, sabrán que ha habido un profeta entre ellos. Pero tú, oh hijo de hombre, no temas; no temas de ellos ni de sus palabras. Aunque te halles entre zarzas y espinos, y habites entre escorpiones, no temas de sus palabras ni te atemorices ante ellos; porque son una casa rebelde.Tú, pues, les hablarás mis palabras, ya sea que escuchen o dejen de escuchar, porque son una casa rebelde. Pero Tú, oh hijo de hombre, escucha lo que yo te hablo. No seas rebelde como esa casa rebelde; abre tu boca y come lo que yo te doy." 
Entonces miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella hun rollo de pergamino. Lo Extendió delante de mí, y he aquí que estaba escrito por el derecho y por el revés. En él estaban escritos lamentaciones, gemidos y ayes.




Y me dijo: "Hijo del hombre, come lo que hallares; come este rollo, y ve y habla á la casa de Israel." Y abrí mi boca, é hízome comer aquel rollo. Y díjome: "Hijo del hombre, haz a tu vientre que coma, e hinche tus entrañas de este rollo que yo te doy". Y lo comi, y fué en mi boca dulce como miel.
Me dijo luego: "Hijo del hombre, ve y entra á la casa de Israel, y habla á ellos con mis palabras. Porque no eres enviado al pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino al de la casa de Israel. No á muchos pueblos de profunda habla ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si á ellos te enviara, ellos te oyeran. Mas la casa de Israel no te querrán oir, porque no me quieren oír a mí: porque toda la casa de Israel son tiesos de frente, y duros de corazón. He aquí he hecho yo tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra su frente. Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque es casa rebelde".
Y me dijo: "Hijo del hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. Y ve, y entra a los trasportados, a los hijos de tu pueblo, y les hablarás y les dirás: 'Así ha dicho el Señor Yaveh; escuchen, ó dejen de escuchar' "
Y levantóme el espíritu, y oí detrás de mí una voz de grande estruendo, que decía: "Bendita sea la gloria de Yaveh desde su lugar". Oí también el sonido de las alas de los animales que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de grande estruendo. Levantóme pues el espíritu, y me tomó; y fuí en amargura, en la indignación de mi espíritu: mas la mano de Yaveh era fuerte sobre mí.
Y vine a los trasportados en Telabib, que moraban junto al río de Chebar, y asenté donde ellos estaban asentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos.
Y aconteció que al cabo de los siete días fué a mí palabra de Yaveh, diciendo: "Hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya la casa de Israel, oirás pues tú la palabra de mi boca, y amonestarlos has de mi parte".
Si tu le dijeres al malvado : "De cierto morirás: y tú no le avisases, ni le hablases, para que el malvado sea apercibido de su mal camino, al fin de que viva, el malvado morirá por su maldad, mas su sangre demandaré de tu mano. Y si tú avisases al malvado, y él no se convirtiese de su maldad, y de su mal camino, él morirá por su maldad, y tú habrás librado tu alma. Y cuando el justo se apartare de su justicia, y hiciese maldad, y pusiese yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le avisaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; mas su sangre demandaré de tu mano. Y si al justo avisases para que el justo no peque, y no pecase, de cierto vivirá, porque fué avisado; y tú habrás librado tu alma".
Y fué allí la mano de Yaveh sobre mí, y díjome: " Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo". Y me levanté, y salí al campo, y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río de Chebar, y caí sobre mi rostro.
Entonces entró el Espíritu en mí, y afirmándome sobre mis pies, y hablándome, me dijo: "Entra, y enciérrate dentro de tu casa. Y tú, oh hijo del hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos. Y haré se pegue tu lengua á tu paladar, y estarás mudo, y no serás á ellos varón que reprende: porque son casa rebelde. Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho el Señor Yaveh: El que oye, oiga; y el que cesa, cese: porque casa rebelde son" .