El libro de Isaías es muy largo: consta de 66 capítulos. No se puede atribuir a Isaías en su totalidad, sino que hoy se distinguen en él tres partes, correspondientes a tres períodos sucesivos, que van desde el siglo VIII al V a.C.: el primer Isaías (caps. 1-39) que contiene oráculos de esperanza y de juicio divino contra Judá y otras naciones, data del siglo VIII y fue compuesta en parte por Isaías y en parte por sus discípulos; el segundo Isaías (caps. 40-55), llamado el “libro de la consolación” data de finales del exilio de Babilonia (siglo VI) y contiene la predicación de un profeta anónimo sobre el tema de la salvación: anuncia que la liberación de Judá está próxima. Finalmente, el tercer Isaías (caps. 56-66) es obra de varios autores posteriores al exilio. Denuncia los pecados del pueblo elegido y evoca la restauración de Jerusalén. Intima a Israel a defender el derecho y la justicia, porque la salvación divina está por manifestarse. Las tres obras fueron organizadas por un redactor final.
Libro de Ezequiel
El libro de Ezequiel está organizado según un plan que nos recuerda la organización de los libros de Isaías y de Jeremías así:
1. Oráculos Contra Judá, anteriores al asedio de Jerusalén
2. Oráculos contra las naciones vecinas
3. Profecías de esperanza, contemporáneas al asedio o posteriores a él
4. La ley o carta magna de Ezequiel
2. Oráculos contra las naciones vecinas
3. Profecías de esperanza, contemporáneas al asedio o posteriores a él
4. La ley o carta magna de Ezequiel
El libro tomó forma siguiendo datos e indicaciones cronológicas, pero también con criterios lógicos. No hay, sin embargo, un orden riguroso en todos los pasajes.
Libro de Jeremías
Tal como ha llegado hasta nosotros, el libro de Jeremías es uno de los más desordenados del Antiguo Testamento. Este desorden atestigua que el Libro atravesó por un largo proceso de formación antes de llegar a su composición definitiva. En el origen de la colección actual están los oráculos dictados por el mismo Jeremías (36. 32). A este núcleo original se añadieron más tarde otros materiales, muchos de ellos reelaborados por sus discípulos, y una especie de "biografía" del profeta, atribuida generalmente a su amigo y colaborador Baruc. Finalmente, al comienzo del exilio, un redactor anónimo reunió todos esos elementos en un solo volumen.
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